La microgestión es una forma de gestión de personal que se caracteriza por un control excesivo o una atención excesiva a los detalles minuciosos. A menudo, un microgestor supervisa y evalúa cada paso de un proceso y rara vez acepta delegar decisiones y tareas en el equipo. El microgestor considera que es capaz de realizar a la perfección todas las actividades del equipo y que no hay mejor forma de hacer o ver las cosas que la suya.
Este estilo de gestión puede ser efectivo en ciertas situaciones que requieren precisión extrema, o cumplimiento exacto de procedimientos, pero generalmente se considera contraproducente ya que puede llevar a la saturación de los trabajadores, a una reducción de autonomía y autoestima individual y por lo tanto a la disminución de la moral de todo el equipo de trabajo.Si nos encontramos en un entorno en el que hay trabajadores con discapacidad en el equipo, esta actitud puede tener consecuencias nefastas para la salud mental y el propio desarrollo personal y profesional de estos trabajadores.
Pero esta forma de gestionar, cuando es bien entendida por el gerente o jefe del equipo, también puede tener sus ventajas para el trabajador, tenga o no discapacidad, y para todo el equipo. Esto sucede cuando
- El microgestor proporcionar una guía detallada y específica a los trabajadores, lo que puede ser útil para aquellos que son nuevos en una tarea o a quienes les cueste más aprenderla.
- El microgestor conoce realmente los procesos y realiza un control de calidad en cada paso que le permite asegurarse de que todas las tareas se realicen según los estándares requeridos, manteniendo así un alto nivel de calidad en el trabajo.
- El microgestor ofrece al trabajador una retroalimentación Inmediata y objetiva sobre su trabajo, lo que le permite hacer mejoras en tiempo real.
Por el contrario, la microgestión puede convertirse en un problema y en un factor de riesgo para nuestra salud mental si
- El microgestor disminuye nuestra autonomía como trabajadores, limitando nuestra capacidad para tomar decisiones independientes, lo que va a afectar negativamente a nuestra autoestima, a nuestra motivación y a nuestra actitud hacia el trabajo.
- La supervisión constante y el escrutinio detallado que realiza el microgestor sobre nosotros y nuestro desempeño aumenta la presión y el estrés al que nos vemos sometidos, lo que puede llevar a la insatisfacción laboral y a un alto índice de absentismo y/o rotación de los miembros del equipo.
- Al tener cada aspecto del trabajo controlado minuciosamente, se inhibe nuestra creatividad y nuestra capacidad y ganas de innovar o buscar soluciones diferentes, ya que nos sentiremos poco inclinados a proponer nuevas ideas o enfoques que sabemos que siempre serán rechazados o no serán escuchados.
- Si en lugar de retroalimentación en tiempo real sobre el desempeño lo que recibe el equipo son juicios y críticas y además dilatadas en el tiempo, el miedo a ser cuestionados acabará con cualquier actitud proactiva.
¿Cómo actuar cuando tenemos un microgestor como jefe?
- En pimer lugar entendiendo sus motivos:
La mayoría de las veces, la microgestión responde a algún tipo de miedo: miedo al puesto de jefe para el que no se sienten preparados: miedo a que algún error del equipo les deje mal ante su propio jefe y no sepan solucionarlo, miedo a expresar a su equipo los motivos verdaderos de su falta de confianza.…es importante observar a nuestro jefe y tratar de comprender sus motivos, alinearse con ellos y demostrarle que no hay nada que temer.
- En segundo lugar, expresándole cómo su microgestión nos hace sentir:
Complicado, pero si se hace de forma diplomática, razonada y habiendo preparado previamente algunas frases, puede resultar. Quizás nadie le ha dicho nunca que su forma de gestionar incomoda al equipo o que puede estar causando problemas de estrés o perjudicando la salud mental de los miembros del equipo.
Terminar esa conversación con un pequeño compromiso por ambas partes sobre alguna ampliación de autonomía a cambio de un determinado nivel de desempeño sería un primer paso en el camino de la “liberación”.
Si nada de esto funciona, tendremos que abrir otras vías para exponer el problema, como acudir a Recursos Humanos, a su propio jefe o al Comité de Empresa para denunciar la situación. En algunos casos, la microgestión mal entendida, puede ser un tipo de acoso laboral.